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PODER JOVEN.

Seguramente en más de una ocasión habréis escuchado eso de que sois muy jóvenes para poder tener una opinión política, y mucho menos para defenderla y participar activamente en su defensa. Que a esta edad de lo único que tenéis que preocuparos es de pasarlo bien los fines de semana y estudiar mucho para poder tener un buen trabajo el día de mañana, a ser posible con traje de chaqueta y en una lujosa oficina. Que eso es lo único importante, lo demás, es perder el tiempo.
Que al ir contracorriente lo único que vais a conseguir es buscaros enemigos, ser señalados con el dedo, y, en definitiva, complicaros una vida que ha de discurrir por los cauces de la comodidad y la inmensa tranquilidad que nos ofrece el liberalismo capitalista. Ya tendréis tiempo para ocuparos de cuestiones políticas en su debido momento. Eso sí, siempre dentro de los límites de lo políticamente correcto.
Y la verdad es que es normal.
Aquellos cuyas vidas han transcurrido por la más absoluta normalidad y supuesta estabilidad conforme a este sucio sistema, pues recomendarán hacer lo mismo a los demás.
Os aconsejaran que desperdiciéis vuestra juventud, el periodo más importante de la vida, en no cambiar nada y ayudar a que todo siga igual. En tirar por la borda toda esa fuerza y energía, esa capacidad grandiosa y de raíz aguerrida y activa que tenemos en nuestro interior los jóvenes para transformar la situación, para superar y liquidar los viejos modelos establecidos.
Asistimos a un proceso de desintegración de los estados nacionales, a un quebranto total de la ordenación étnica y la pérdida de las más antiguas y grandes identidades en favor de un mundo dedicado por completo al gasto, el consumo y la espuria especulación. Hoy en día todo vale, se invaden países para hacerse con el control de su petróleo y recursos económicos, destrozando miles de vidas a cambio del beneficio y disfrute de sólo unos pocos. El dinero lo mueve todo sin excepción, y esta circunstancia está provocando unos cambios ante los que inevitablemente hay que tomar una posición radical, o se está a favor o se está en contra, no caben medias tintas.
Y aquí la juventud juega un papel decisivo.
Unos siguiendo los consejos anteriormente citados dedican el 99% de su tiempo a sus aspiraciones personales o el ocio, olvidándose de todo lo que no sea esto. Otros, vistiendo ropas caras o siendo "progres de salón", pero siempre procediendo de familias adineradas, se afilian a las juventudes del PP o el PSOE para asistir a dos o tres mítines en periodo electoral, mover una bandera durante los mismos y acabar ahí toda su acción política.
Pocos, muy pocos son los que se atreven a dar el paso y participar en la verdadera lucha política, aquellos que salen de las penumbras del sistema y se lanzan sin evaluar las consecuencias a la defensa decidida de sus ideales. Y vosotros, algunos, estáis entre ellos. Sois un grupo privilegiado de hombres y mujeres que veis en vuestra juventud la herramienta firme y eficaz para conseguir aquello que con tanta fuerza anheláis.
Vosotros que llenáis las calles incansablemente de propaganda, que atacáis sin cesar las injusticias provocadas por el sistema sois los que no os habéis dejado convencer, los que os habéis dado cuenta de que la juventud es el único ente con capacidad creadora y transformadora capaz actualmente de evitar la muerte de nuestra tierra.
Decía Pío Baroja en una entrevista a un destacado militante jonsista;
"Esperar. Falta el impulso violento, enérgico embalado; en fin, nuevo creador y duradero.¿Quien lo dará? No lo sé. Lo demás es farsa y pedantería".
Ya hemos esperado demasiado, los que han de dar ese impulso son las juventudes, aquellas que han de cambiar necesariamente su apoltronamiento en el sillón por la lucha política y la defensa decidida de nuestra tierra, de España, de Europa.

dn-joven@democracianacional.org

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